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sábado, 30 de noviembre de 2019

Encuesta: la mayoría de los republicanos dicen que Trump es mejor presidente que Lincoln


La mayoría de los republicanos cree que el presidente Trump es un mejor líder que el ex presidente Lincoln, según la encuesta semanal de seguimiento de Economist/YouGov.

By Tal Axelrod – The Hill

El 53% de los republicanos dijo que Trump era mejor presidente que Lincoln, mientras que el 47% eligió al líder de la era de la Guerra Civil.

Lincoln todavía supera abrumadoramente a Trump entre todos los estadounidenses, un 75 contra 25 por ciento, y la gran mayoría de los demócratas e independientes eligen al ex presidente Lincoln.

Si bien el juicio político y otras controversias en torno a Trump continúan dominando los titulares, las encuestas han demostrado que el presidente mantiene un fuerte índice de aprobación entre los republicanos.

La encuesta de The Economist/YouGov descubrió que el 87 por ciento de los miembros del Partido Republicano aprueba de alguna manera o enérgicamente el trabajo que está haciendo como presidente.

En el pasado, Trump se jactó de su índice de aprobación dentro del partido, comparando su popularidad con la de Lincoln.

"Sabes, acaba de salir una encuesta de que soy la persona más popular en la historia del Partido Republicano", dijo Trump en una entrevista en julio con el periódico The Sun en el Reino Unido.

"Vencer a Lincoln", agregó Trump, sin aclarar a qué encuesta se refería. "Le gané a nuestro honesto Abe (Abraham)".

La encuesta de seguimiento semanal de The Economist/YouGov encuestó a 1,500 estadounidenses del 24 al 26 de noviembre y tiene un margen de error de 2.8 puntos porcentuales.


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El multimillonario 17 veces más rico que Trump que es candidato a presidente de los Estados Unidos


Es multimillonario, nieto de inmigrantes, uno de los personajes más conocidos de la escena mediática, política y económica de Nueva York, y ahora quiere "reconstruir a Estados Unidos" como presidente. BBC News Mundo

Y no, no es Donald Trump. Es alguien incluso más rico que él: el empresario, magnate de los medios y filántropo estadounidense Michael Bloomberg.

El noveno hombre con la mayor fortuna del mundo según la revista Forbes ha sido el último en sumarse en estos días a las primarias del Partido Demócrata para elegir su candidato en las elecciones de 2020.

"Me postulo para presidente para derrotar a Donald Trump y reconstruir EE.UU. Creo que mi conjunto único de experiencias en negocios, gobierno y filantropía me permitirá ganar y liderar", escribió el exalcalde de Nueva York en Twitter.

Según medios de Estados Unidos, tras vacilar si sumarse o no en campañas anteriores, Bloomberg decidió hacerlo ahora por su preocupación de que los candidatos demócratas con mayor apoyo hasta la fecha (Joe Biden, Elizabeth Warren y Bernie Sanders) no podrían plantar un claro desafío al ahora presidente.

"No podemos permitirnos cuatro años más de las acciones imprudentes y poco éticas del presidente Trump. Representa una amenaza existencial para nuestro país y nuestros valores. Si gana otro mandato, es posible que nunca nos recuperemos del daño", dijo en un comunicado.

De acuerdo con Anthony Zurcher, corresponsal en Washington de la BBC, la postulación de Bloomberg supone un parteaguas en la campaña demócrata, marcada hasta ahora por candidatos que han basado gran parte de su discurso en el debate sobre la desigualdad de la riqueza en EE.UU.

Cuando a inicios de noviembre empezó a hablarse en los medios de que Bloomberg podía presentarse a la carrera demócrata, Trump aseguró que "no había nadie más a quien preferiría enfrentarse que al pequeño Michael".

El mismo día, Bloomberg presentó sus documentos para las elecciones primarias demócratas por Alabama.

Su campaña ya ha reservado más de US$30 millones en tiempo de anuncios en televisión, lo que medios estadounidenses consideran la compra de publicidad política más grande en la historia de las elecciones primarias en ese país.

Anunció, además, que se pagará su campaña con su dinero, algo que ya prometió Trump al principio de su campaña en las primarias republicanas (y no cumplió)

Según Forbes, en 2018 la fortuna de Trump estaba en 3.100 millones de dólares y la de Bloomberg en 53.000 millones, es decir, 17 veces más. La revista señala que en 1996 los dos tenían cerca de 500 millones de dólares. La fortuna de Trump durante los últimos 23 años tuvo un crecimiento promedio anual de 8.8 por ciento, mientras que la Bloomberg creció a una tasa de 19 por ciento anual en ese mismo periodo.

Pero ¿quién este ultrarico que planta cara ahora a Trump bajo el lema "reconstruir Estados Unidos" y que podría convertir el duelo de las elecciones de 2020 también en una competencia de multimillonarios?

¿Quién es Bloomberg?

Nacido en 1942, en Boston, Massachusetts, Bloomberg creció en el seno de una familia judía, cuyos ancestros provenían de lo que actualmente es Bielorrusia.

Cursó estudios de ingeniería eléctrica en la Universidad Johns Hopkins para luego pasarse a Harvard a hacer una maestría en administración de empresas que marcaría el resto de su vida y su fortuna.

Tras graduarse, comenzó sus negocios como banquero de Wall Street: se unió a la firma Salomon Brothers, donde se encargaba del comercio de acciones y, después, del desarrollo de sistemas.

Sin embargo, en 1981, el banco fue comprado y Bloomberg fue despedido, según han contado sus biógrafos, sin ningún tipo de compensación.

Tenía, no obstante, un patrimonio de US$10 millones como socio de la empresa, que utilizó para crear Innovative Market Systems, la compañía que lo lanzaría indeteniblemente al selecto club de los hombres más ricos del mundo.

Según ha contado en diversas entrevistas, al trabajar en Wall Street se dio cuenta que la comunidad financiera estaba dispuesta a pagar por información comercial de alta calidad, entregada lo más rápido posible y en la mayor cantidad de formas pensables (gráficos, datos, ejemplos...).

Y puso manos a la obra.

Poco menos de año después, el sistema ya tenía entre sus clientes a Merrill Lynch y para finales de la década, era utilizado por la mayoría de los servicios financieros de Estados Unidos.

"Wall Street como la conocemos hoy no existiría sin sus innovaciones", señala un análisis de CNN Business en el que se destaca la visión de Bloomberg para entender que el futuro de la banca pasaría por la tecnología y las comunicaciones.

En 1987, la compañía pasó a llamarse Bloomberg L.P. y muy pronto lanzó productos auxiliares como Bloomberg Message y Bloomberg Tradebook, herramientas que iban desde reportes financieros hasta servicios de mensajería para bancos.

Pero muy pronto, comenzó a utilizar sus ganancias para crear uno de los mayores servicios de noticias financieras del mundo, Bloomberg News, a lo que acompañó con una red de radios y un servicio de información televisiva por cable.

De acuerdo con la revista Forbes, su patrimonio neto en 2019 ascendía a más de US$54.000 millones, lo que lo convierte en la novena persona más rica del orbe.

Para que se tenga una idea, esa cantidad no solo eclipsa por mucho el valor del imperio inmobiliario de Trump, sino también deja atrás las fortunas combinadas de otros magnates de medios como Rupert Murdoch, Ted Turner y Sumner Redstone, según Forbes.

Pero a diferencia del actual inquilino de la Casa Blanca, Bloomberg no es un novato en política: su fortuna lo llevó también a jugar con el poder como alcalde de Nueva York (2002-2013) y ha tentado desde hace más de una década la posibilidad de lanzarse al puesto más importante de Estados Unidos.

Camino a la política

Bloomberg dio el paso a la política en un año y en lugar decisivos para EE.UU.: 2001 y Nueva York.

Fue entonces cuando también comenzó a mostrar un lado que muchos de sus críticos le han señalado a lo largo de los años: su ambivalencia política a conveniencia.

Y es que el magnate, miembro de toda la vida del Partido Demócrata, decidió postularse a la alcaldía de Nueva York por el Partido Republicano.

Sucedería entonces a otro republicano: Rudy Guiliani, el actual abogado de Donald Trump que ha salido a la palestra en los últimos tiempos por sus supuestos contactos con Ucrania para afectar la campaña de Biden

La votación para la alcaldía de Nueva York, casualmente, comenzó en la mañana del 11 de septiembre de 2001, aunque las primarias debieron posponerse tras los atentados a las Torres Gemelas.

Bloomberg no solo se convertiría un año después en el alcalde de la ciudad más poblada del país, sino que fue reelecto en otras dos ocasiones, lo que generó varias críticas por extender el periodo de mandato para ese cargo.

Pero pese a la oposición de varias organizaciones civiles, se mantuvo en el puesto hasta 2013, no sin antes abandonar el Partido Republicano y presentarse como independiente.

Aunque durante su gestión, el nivel de vida en Nueva York mejoró y la criminalidad descendió Bloomberg fue señalado por implementar un excesivo control policial en la ciudad.

Y es que promovió un programa conocido como "parar, preguntar y registrar" que permitía detener temporalmente, interrogar y, a veces, buscar a civiles en la calle en busca de armas y otro contrabando.

Esta política acabó golpeando a los afro-estadounidenses.

De un lado a otro

En lo político, Bloomberg apoya temas controvertidos como el derecho al aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y aboga por medidas más estrictas para el control de armas.

También siempre se ha posicionado por fortalecer las normas medioambientales, combatir el cambio climático y promueve un camino hacia la ciudadanía para inmigrantes que están en el país de forma irregular, pero se ha opuesto a un sistema de salud regulado por el gobierno o la legalización de la marihuana.

Según medios estadounidenses, en lo económico y político sus visiones suelen ser más conservadoras, a la vez que defiende la participación del gobierno en temas como el bienestar público o promueve el libre comercio y los negocios.

Su postulación ahora generó malestar entre algunos candidatos demócratas, como los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, que consideraron que se trataba de otro multimillonario que buscaba usar su fortuna para ganar votos o para hacer negocio desde la Oficina Oval.

"Me disgusta la idea de que Michael Bloomberg o cualquier multimillonario piense que pueden eludir el proceso político y gastar decenas de millones de dólares para comprar elecciones", tuiteó Sanders.

Y es que el magnate, al patrocinar su campaña con su propio dinero, no tendrá que presentarse en los debates presidenciales demócratas, que requieren que los candidatos reciban al menos 10.000 donaciones individuales para poder ser parte de ellos.

"Si no puede generar apoyo de base para su candidatura, no tiene por qué postularse para presidente", opinó Sanders.

De acuerdo con Zurcher, se trata de una jugada arriesgada que solo alguien de la vasta riqueza de Bloomberg puede permitirse hacer.

"Aun así, se necesita una fe para imaginar que los demócratas en estos días están listos para dar paso a un plutócrata exrepublicano con un historial favorable para los negocios, fiscalmente conservador y opuesto a la salud administrada por el gobierno y con un pasado de medidas policiales agresivas", considera.

"Sin embargo, su entrada le proporcionará un medio para empujar al centro una fiesta que él ve en una deriva peligrosa hacia la izquierda", agrega.


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Elizabeth Warren quiere una revolución económica


La candidatura de la senadora sube a lomos de un plan que refundaría el capitalismo en EE.UU. y despierta recelos entre los demócratas moderados ante la batalla de 2020

Amanda Mars / El País

Muchos mítines y charlas de Elizabeth Warren arrancan con su historia familiar. Cuando tenía 12 años, su padre sufrió un grave ataque al corazón que le retiró del mercado laboral y estuvieron a punto de perder la casa. La madre, que nunca había tenido un empleo, se puso a trabajar a los 50 años como operadora de teléfono, con el sueldo mínimo, pero salieron adelante. “La historia de mi madre”, dice la senadora, “es también una historia de Gobierno, porque cuando yo era niña, un trabajo a tiempo completo con sueldo mínimo pagaba la hipoteca y ponía comida en la mesa. Hoy un trabajo así no es capaz de sacar a una mujer y a un bebé de la pobreza… ¡Eso está mal! ¡Y por eso estoy en esta lucha!”.

La lucha de la que habla es la de ganar las primarias para convertirse en la próxima candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos y derrotar a Donald Trump en noviembre de 2020. Este jueves, cuando soltó la última exclamación de su relato en un colegio de secundaria en Raleigh (Carolina del Norte), un pabellón lleno de gente estalló en aplausos y ovaciones.

A finales de octubre Warren se colocó a la cabeza de las encuestas en los primeros caucus demócratas, los de Iowa y New Hampshire, a lomos de un programa que supone una refundación del capitalismo estadounidense en toda regla. Las historias de las personas, este es su credo, son historias de Gobierno.

Sobre sanidad, el plan estrella de la campaña, defiende un sistema público y universal, eliminando la mayor parte de los seguros privados, que se traduciría en un aumento de 20,5 billones de dólares en gasto público en una década que promete pagar sin subir un solo céntimo los impuestos a las clases medias. El grueso de los precandidatos demócratas apoya ofrecer una cobertura sanitaria pública general, pero solo la senadora y el izquierdista Bernie Sanders apuestan por este sistema público único.

Warren también quiere condonar gran parte de las deudas estudiantiles, un grave problema en Estados Unidos, y ofrecer matrículas gratis para todos en las universidades públicas. El programa plantea nuevos impuestos a las empresas y a las grandes fortunas. Establece bajas familiares pagadas para los trabajadores, además de una subida del salario mínimo hasta los 15 dólares por hora de trabajo en el plazo de cinco años. Y es ya famosa su idea de dividir a gigantes tecnológicos como Facebook, arguyendo contra su dominio de mercado.

La doctrina Warren, aunque se aleja del socialismo de Sanders, otorga al Gobierno un grado de intervención que en Estados Unidos roza el sacrilegio. Con la candidatura moderada del exvicepresidente Joe Biden perdiendo fuelle, aunque sigue en cabeza en la media nacional de sondeos, buena parte de Wall Street se ha puesto de los nervios. En el mitin de Raleigh, Warren se mofó de los miedos de los millonarios. “Quiero que sepas algo: sus primeros 50 millones de dólares de ingresos quedan libres del nuevo impuesto”, espetó. Y el pabellón estalló a reír.

Hay un caldo de cultivo que explica esa risa, ese apoyo. El índice de desigualdad económica entre los hogares estadounidenses alcanzó el año pasado su máximo histórico desde que comenzaron los registros hace más de medio siglo, según los últimos datos del censo, hecho público el mes pasado. Y su esperanza de vida queda en los niveles más bajos de entre los países desarrollados.

“Creo que Warren es lo que este país necesita, le habla a la gente a la que Trump no ha defendido”, decía tras el mitin Binita Thata, de 19 años, estudiante de primero de Ingeniería Biomédica. “Mi familia también pasó dificultades con la crisis de 2008, igual que la suya cuando era niña y tuve que aprender de créditos… Todo lo que dice de las deudas estudiantiles me afecta”, añadía.

Las filias y fobias que despiertan sus planes reflejan el debate que se libra dentro del Partido Demócrata: si un giro atrevido puede electrizar a las bases en la fase de primarias, pero traducirse en otros cuatro años más de Trump en la Casa Blanca.

Algunos demócratas han llamado la atención sobre las relevantes victorias electorales logradas esta semana en la gobernatura de Kentucky —pendiente de confirmación— y las cámaras legislativas de Virginia —por primera vez en 25 años—, con apuestas moderadas. “La gran mayoría de los candidatos que ganaron han seguido el modelo tradicional de Virginia de garantizar un Gobierno responsable fiscalmente”, dijo el senador de Este Estado Mark Warner.

Entre los cuatro precandidatos mejor posicionados, con tasas de apoyo de doble dígito, Warren y Sanders, de 70 y 78 años, respectivamente, protagonizan el giro a la izquierda; mientras que Biden, de 76 años, y Pete Buttigieg, de 37, representan la corriente moderada. Ambos acusan a la senadora de escasa concreción o realismo en sus propuestas.

Bernie Sanders afirma que su plan sanitario sí se traduciría en una subida de impuestos a las clases medias, pero les compensará de sobra con el ahorro de los gastos médicos actuales. Los estadounidenses corrientes, no cubiertos por los programas para los desfavorecidos, no solo pagan su seguro privado, sino que además suelen hacerse cargo de una parte de cada factura médica (el llamado “deducible”) y una cantidad total de gasto anual (difiere en función de cada plan), a partir del cual ya empieza a asumir pagos la aseguradora.

Warren, a diferencia de Sanders, asegura que su Medicare for all (seguro médico para todos) no supondría más presión para las clases medias. Estos son sus números: las empresas pagarían a la Administración una cantidad similar a la que ahora están pagando por la cobertura médica de sus trabajadores, lo que sumaría unos 8,8 billones en 10 años. Con un impuesto del 6% a los patrimonios de más de 1.000 millones de dólares y un gravamen anual para los beneficios por inversiones para el 1% más rico de la población, extraería otros tres billones en el mismo periodo. De la lucha contra la evasión fiscal, espera obtener otros 800.000 millones. A los Gobiernos locales y estatales les pediría el mismo monto que ahora pagan para los planes sanitarios para los desfavorecidos (8,8 billones). Y así, una larga lista de medidas con las que hacer posible un modelo a la europea que se establecería de forma paulatina.

Algunos expertos han salido ya a cuestionar las cifras. Warren, exprofesora de Derecho en Harvard y experta en legislación sobre bancarrotas, se ganó buena reputación a nivel nacional por su papel de asesora en la debacle financiera. Entre sus logros figura la creación de la Oficina de Protección del Consumidor Financiero. Pero es difícil imaginar que un plan así lograse apoyo suficiente entre los republicanos para salir adelante, si estos conservan la mayoría en el Senado. Una encuesta de Kaiser Family Foundation, un laboratorio de ideas sobre políticas sanitarias, señala que el 51% de la población apoya la sanidad para todos, pero si ello implica más impuestos o la eliminación de seguros privados, el respaldo cae al 40%.

En medio del dilema demócrata sobre la mejor propuesta para recuperar la Casa Blanca, el multimillonario Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, quien se presentó a las primarias de este partido, receloso como está del giro a la izquierda.

Cuando salió la noticia, Warren le dio una bienvenida especial. Publicó en Twitter su cálculo de impuestos para grandes fortunas con una pestaña especial para Bloomberg, en la que le decía que formaba parte del 0,0002% más rico del país y que, con el nuevo impuesto de Warren a los millonarios, pagaría 3.079 millones de dólares el año que viene. Bloomberg se ve con posibilidades de ganar a Trump, otra cosa es la batalla previa, la demócrata.


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Pete Buttigieg y el viaje por el centro demócrata en Estados Unidos


Ruta por Iowa junto al candidato rompedor de la carrera presidencial, un joven político de aire 'obamaniano' al alza en los sondeos

Amanda Mars / El País

Si usted juega a la versión online del Risk, el famoso juego de diplomacia y conquista, puede encontrarse batallando al otro lado de la pantalla contra uno de los precandidatos a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020. Pete Buttigieg, alcalde de South Bend, una ciudad de 100.000 habitantes del Estado de Indiana, lo cuenta en su autobús de campaña al final de un largo sábado de actos públicos en Iowa, a primeros de noviembre. “Es un juego un poco imperialista, pero también tiene mucho de estrategia”, justifica a la decena de periodistas que le acompañará durante dos días. Juega por las noches con un seudónimo que se niega a revelar, rechaza que esa afición le ayude a formarse como un futuro líder mundial, pero sí que le ayuda a desconectar de una batalla real: la de las primarias demócratas.

Llegó a ellas como una rara avis. Tiene 37 años -cuatro décadas menos que rivales como el exvicepresidente Joe Biden o el senador Bernie Sanders- lo que le convertiría en el primer presidente millennial de Estados Unidos. Graduado en Harvard, políglota y elegido alcalde por primera vez con 29 años, es uno de esos jóvenes prodigio de la política. Si ganase, resultaría también el primer mandatario abiertamente homosexual. Religioso, exmilitar y forjado en una tierra eminentemente conservadora, cree que puede unificar a Estados Unidos en un momento en el que los demócratas debaten cuál es el mejor modo de derrotar a Donald Trump, si girando a la izquierda o amarrando el centro.

“Yo simplemente rechazo la idea de que haya que escoger entre ser valiente o unir a los estadounidenses, que las políticas valientes sean justo las polarizantes”, apunta a bordo del autobús azul y amarillo, nada más salir de Cedar Rapids, previo paso por Des Moines. El alcalde Pete, como suele llamársele, se está pateando Iowa, primer Estado en celebrar los caucus, en un momento dulce, con su nombre subiendo en los primeros cuatro puestos de las encuestas. Según la última publicada por Des Moines Register/CNN/Mediacom, ya es el primero para Iowa, con un 25%. Buttigieg ha pasado de ser una curiosidad a un sólido contrincante.

Frente a los tambores revolucionarios de campañas como las de Elizabeth Warren o Sanders, Buttigieg destila un idealismo pragmático de aire obamaniano, ese reformismo optimista del sí se puede (Yes, we can), lo que se puede (y hasta donde se pueda).

Si los dos senadores izquierdistas prometen un sistema de salud público universal, liquidando la mayor parte de seguros privados, el alcalde de South Bend apuesta por mantener ambas opciones. Ante la propuesta de una educación universitaria pública para todo el mundo, Buttigieg propone la gratuidad para las familias con ingresos máximos de 100.000 dólares anuales. Esta y otras medidas, como las ventajas fiscales para los trabajadores, colocan el programa del joven político en un terreno intermedio entre el centrismo del exvicepresidente Joe Biden y los polos más progresistas, encarnados por Warren y Sanders.

Buttigieg, dicho sea de paso, detesta las clasificaciones ideológicas. “No creo que yo deba ser considerado menos progresista, teniendo en cuenta cómo hemos llevado la delantera en muchos asuntos de reformas democráticas, pero no estoy en la batalla por colocarme en, como se dice, un lugar adecuado ideológicamente, signifique lo que signifique eso, me interesa tener las respuestas con sentido, que vayan a hacer buenas políticas y que consigan una mayoría sólida”, explica. También quiere marcar distancias con Joe Biden, que comenzó su carrera como senador en 1973, cuando aún faltaban nueve años para que naciera Buttigieg.

“Creo que lo que yo ofrezco es muy diferente a los que ofrece el vicepresidente. Yo pienso que las soluciones deben llegar de fuera de Washington, fundamentalmente dejando el viejo modo de hacer las cosas y dando poder a nueva una generación, sin mencionar siquiera que mi tipo de mensaje es muy distinto”, recalca.

En la centrifugadora política estadounidense, los menos de 10 meses que han pasado desde que anunció su candidatura se antojan una eternidad. Lo que más le distinguió cuando entró en la escena nacional, además de su rompedor perfil personal, fueron sus propuestas de reformar el sistema electoral o el Tribunal Supremo, asuntos que ahora pasan inadvertidos en sus actos de campaña.

Su candidatura, sin embargo, sigue llamando la atención en Iowa. En un acto con votantes en Decorah, un pueblo de menos de 8.000 habitantes, una persona del público le lanza con crudeza una pregunta sobre su homosexualidad: Si llega a presidente, siendo gay, ¿cómo lidiará con países como Arabia Saudí o Rusia? “Pues van a tener que acostumbrarse”, responde con rapidez, provocando un largo aplauso en el pabellón deportivo de un instituto de secundaria. “Una de las grandes cosas de Estados Unidos, cuando lo hacemos bien, es nuestra capacidad de desafiar a los lugares en todo el mundo a reconocer las libertades”, elaboró después. “Lo que me preocupa no es cómo me traten a mí, porque me tratarán como al presidente de Estados Unidos, el problema es cómo se trata a la gente en esos países”, añadió, “y es un paso adelante para la gente en esos países que Estados Unidos esté liderado por alguien al que puedan mirar y pensar que no están solos”.

“Me recuerda mucho a Obama, a cuando aquí en Iowa empezó a destacar en las primarias, también me gustan las políticas de Warren o Sanders, pero, Dios mío, ¡son más viejos que yo!”, afirma Jack Knight, de 66 años, inspector agrícola.

Buttigieg es joven, pero no un fenómeno juvenil. En la media docena de actos de campaña que realiza en dos días por los pueblos de Iowa escasean los veinteañeros y llama la atención la multitud de personas en edad de jubilación, algunos ya muy entrados en la tercera edad, con gorras militares que les identifican como veteranos de guerra. Cuando se le cuestiona por la breve trayectoria, recuerda que tiene más experiencia de Gobierno que el presidente Trump cuando ganó y más experiencia militar que ningún otro inquilino de la Casa Blanca desde la era de George Bush padre (1989 -1993). Sirvió como teniente de Reserva de la Armada y en 2014 pasó siete meses como voluntario en Afganistán sin paga.

Por la noche, en una cena ya sin micrófonos, en un hotel de carretera, camino de Waverly, Buttigieg exhibirá sus conocimientos sobre la política internacional. Hará preguntas complejas sobre el Brexit, el auge del populismo en Europa o el movimiento independentista en Cataluña. En un mitin en Waverly, al día siguiente, Adra Cherry, de 50 años, elogiaba su cultura: “Y creo que tiene mucha visión para este país, más allá de estas elecciones”, resaltaba. Con respuestas bien elaboradas para casi todo, Buttigieg ha logrado el título oficioso del aspirante más inteligente a la Casa Blanca. Menos consenso hay sobre si esa es la clave para regresar a ella.


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SEMANA: La revelación demócrata


Ninguno de estos candidatos representa la opción obvia. Pero, cada vez tienen más posibilidades de enfrentarse a Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020. Cualquier cosa puede pasar.

SEMANA

En un momento en el que los demócratas están divididos, el destino de su partido frente a las elecciones presidenciales del próximo año es todavía incierto. Aún no logran ponerse de acuerdo sobre la mejor estrategia para derrotar a Donald Trump: girar hacia la izquierda o mantenerse en el centro. Lo cierto es que cada vez aparecen más posibilidades. El domingo, a tan solo diez semanas del comienzo de las primarias, el multimillonario Michael Bloomberg anunció formalmente su candidatura. “Me presento como el candidato para derrotar a Trump y reconstruir Estados Unidos”, dijo el noveno hombre más rico del mundo, quien también calificó al actual presidente como una “amenaza existencial” para el país y sus valores.

Con 17 aspirantes, las primarias del partido demócrata para elegir al adversario de Trump en 2020 son de las más competitivas e inciertas en la historia reciente de Estados Unidos. Pero si Trump ganó en 2016 contra todos los pronósticos, y pese a su evidente incapacidad para el servicio público, todo es posible. La senadora californiana Kamala Harris representa a la izquierda moderada. Pete Buttigieg ha sido la sorpresa política y propone una reforma gubernamental, pero tiende a ser más moderado en temas como la salud. Propone expandir el actual sistema del Gobierno para proveer salud universal. Elizabeth Warren representa el ala más radical de la izquierda, y le está pisando los talones a Bernie Sanders, Y Michael Bloomberg ha coqueteado con el progresismo, pero es un exrepublicano.

Al inicio de la carrera, Bernie Sanders y Joe Biden tenían todas las miradas encima. Hoy, hay otro panorama. Aunque siguen adelante, y Biden continúa en el primer lugar en las encuestas de varios estados, su liderazgo da indicios de desvanecerse. Las cifras de recaudación de fondos públicos sugieren que al vicepresidente de Obama le está costando trabajo conseguir dinero para su campaña, y falta aún la etapa decisoria. A Bernie Sanders el infarto que sufrió en plena campaña le pasó factura en las encuestas, y a Biden lo perjudicó el escándalo del Ucraniagate, a pesar de que no hay evidencia que demuestre que haya actuado de manera corrupta. A eso se suma que aún no está claro el papel que jugará el recién lanzado Bloomberg. El impeachment será también determinante para las elecciones de 2020.

Pete Buttigieg

Pete Buttigieg: ‘Millenial’, homosexual, evangélico, exmilitar. Era hasta hace poco un político prácticamente desconocido. Ahora, es uno de los favoritos para enfrentarse a Donald Trump. De 37 años, graduado de Harvard, pianista consumado y veterano de la guerra de Afganistán, para muchos analistas ofrece la mejor opción para enfrentarse al magnate, porque representa todo lo que Trump se ha dedicado a atacar.

En las últimas semanas, candidatos que antes se caracterizaban solo por generar curiosidad, hoy representan una opción sólida para llevarse la candidatura demócrata. El caso más evidente es el de Buttigieg, el alcalde millenial de South Bend, Indiana, quien, según una encuesta de Des Moines Register, es el favorito de los votantes demócratas de Indiana, estado determinante pues allá se realiza el primer caucus (asamblea del partido). Buttigieg, quien obtuvo el 25 por ciento del apoyo, le está ganando a Elizabeth Warren por 9 puntos, y a Bernie Sanders y a Joe Biden por 10 respectivamente. Pero eso no es todo, 72 por ciento de los potenciales electores lo ven como el mejor aspirante. Sin embargo, en la historia de Estados Unidos un alcalde en su cargo nunca ha saltado a la Casa Blanca.

Elizabeth Warren

Elizabeth Warren: La que pone a temblar al capitalismo. Su propuesta estrella es la salud pública universal, que implica eliminar la mayoría de los seguros privados. Eso generaría un aumento de 20.500 millones de dólares en gasto público, deuda que Warren promete pagar sin subir impuestos. Muchos cuestionan su realismo. Pero lo cierto es que cada vez desbanca más a Bernie Sanders.

Kamala Harris

Kamala Harris: La diversa. Hija de madre india y padre jamaiquino, su origen biorracial le ha generado comparaciones con Barack Obama. Esta “idealista práctica” como la describió la revista Time, puede ser una opción para los demócratas ‘mainstream que consideran a Warren o a Sanders muy de izquierda. Sus propuestas incluyen legalizar la marihuana recreativa, reducir los impuestos a la clase media, y reformar la política migratoria para proteger a los niños. Tiene 54 años, lo que muchos consideran un punto a favor. Las encuestas sitúan a la candidata de la izquierda moderada entre el cuarto y el quinto lugar

Michael Bloomerg

Michael Bloomerg: este judío es el noveno hombre más rico del mundo, según Forbes. El exrepublicano anunció su lanzamiento con un vídeo en el que decía ser "el hombre que reconstruyó Nueva York después del atentado después del 11 de septiembre". Sus detractores le critican su falta de coherencia política. Otros como Elizabeth Warren lo acusan de "querer comprar la democracia". La fortuna de Bloomberg es 17 veces la de Trump. Foto: Ap

Todavía no se sabe qué efecto tendrá la candidatura de Michael Bloomberg, pues no participará en las primarias de Indiana, New Hampshire, una estrategia poco ortodoxa y arriesgada. Además, como se dará el lujo de pagar su campaña con sus propios fondos, no podrá participar en los debates presidenciales demócratas, que requieren que los candidatos reciban al menos 10.000 donaciones individuales. Hace 8 meses, Bloomberg rechazó postularse por el Partido Demócrata, pero ahora se la va a jugar toda para ganar. De hecho, gastará 100 millones de dólares solo en propaganda online anti-Trump.

Los demócratas tienen viva la imagen de la derrota inesperada de 2016. Por eso no pueden permitirse errores de cálculo. Y menos, cuando se jugaron el todo por el todo al adelantarle un impeachment o juicio político a Donald Trump. Según las encuestas, desde que se llevaron a cabo las audiencias públicas televisadas, el respaldo al proceso ha crecido notablemente. Hoy, el 47 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo con el proceso. ¿Llegará uno de estos cuatro a la Casa Blanca?


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martes, 26 de noviembre de 2019

Piden voto latino para impedir la reelección de Donald Trump


Liz Alarcón, activista del estado de Florida, aseguró que hay alrededor de 200.000 venezolanos que podrían beneficiarse del TPS que el presidente de EE UU se niega en aprobar

EFE - El Nacional

El Partido Demócrata de Florida y varios grupos de activistas destacaron el peso del voto latino en las próximas elecciones generales de Estados Unidos en 2020. Liz Alarcón, presidenta del grupo Pulso, calificó como “vacía” la retórica de Donald Trump hacia Venezuela. Dijo que hay unos 200.000 venezolanos que podrían beneficiarse del TPS que él se niega a aprobar.

En rueda de prensa este lunes, afirmaron que con 32 millones de votantes, los latinos serán el grupo minoritario más grande que acudirá a las urnas.

La comunidad

Javier Gamboa, de Latino Victory Fund, resaltó que en esas elecciones los latinos jugarán un papel muy grande. Añadió que esa comunidad sabe lo mucho que puede perder si el actual presidente Donald Trump sale reelegido.

Gamboa se refirió a políticas como la separación de familias, las deportaciones de cubanos y venezolanos que huyen de una dictadura y hasta aumentos de impuestos. Dijo que todo afecta a las familias trabajadoras en comunidades fuertemente hispanas.

“Sabemos que cuando los latinos votan los republicanos pierden”, dijo Gamboa en teleconferencia. Además, se refirió a una encuesta del mes de septiembre hecha por Univisión. En el territorio nacional, la aprobación de Trump entre los hispanos registrados para votar se ubicó solo en 22%.

«Necesitamos un candidato que deje de hablar de odios y dar falsas promesas», señaló Andrea Mercado, directora ejecutiva del grupo New Florida Majority.

Mercado dijo que en sus diferentes encuentros comunitarios, las familias hispanas han dejado claro que Trump no está con ellos y no aprueba políticas que los apoyen.

El presidente Trump sostendrá un mitin este martes en el BB&T Center de Sunrise, a una 32 millas al norte de Miami, tras lo cual pasará los festivos de Acción de Gracias y el fin de semana largo en su club Mar-a-Lago, en Palm Beach.

Con el lema «Derrotemos a Trump», el Partido Demócrata de Florida convocó una manifestación unas horas antes en el mismo lugar del mitin. Allí también será parte el vicepresidente Mike Pence.


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jueves, 21 de noviembre de 2019

Pete Buttigieg el exmilitar, millennial y gay que puede ganar a candidatura presidencial demócrata


En menos de un año, este alcalde de una pequeña ciudad en el estado de Indiana ha logrado colarse inesperadamente en la lista de los favoritos para disputarle a Donald Trump la presidencia en 2020

BBC MUNDO / José Gregorio Meza / El Nacional

Pete Buttigieg pasó en muy poco tiempo de ser un desconocido alcalde de una pequeña ciudad en el medio oeste de Estados Unidos a convertirse en la sorpresa en la carrera para la candidatura presidencial del Partido Demócrata en las elecciones de 2020.

Hace unos pocos meses, Buttigieg, de apenas 37 años, era uno de tantos aspirantes con remotas posibilidades de triunfo. Pero ahora es uno de los favoritos para competir por la Casa Blanca.

Una campaña presidencial exitosa requiere dinero y visibilidad; e históricamente las personas con peso político en una sola municipalidad no tienen acceso a ninguna de las dos cosas.

Sin embargo, eso puede estar cambiando.

En caso de ganar, se convertiría en el presidente más joven en la historia y en el primero que es abiertamente homosexual.

«Soy consciente de que esto es un maratón, pero estoy ciertamente emocionado con la manera cómo nuestro mensaje ha estado resonando», dijo Buttigieg durante un mitin en abril pasado, cuando su candidatura apenas despegaba.

Desde entonces, las cosas han mejorado mucho para él.

Sepa: ¿Qué hay que hacer para llegar a ser presidente de Estados Unidos?

Un favorito inesperado

Al inicio de la campaña, Buttigieg, quien es alcalde de la localidad de South Bend (Indiana), parecía ser uno más entre la veintena de candidatos iniciales que buscaban la nominación demócrata.

Entonces, comenzó a destacarse tras aparecer en un debate ciudadano trasmitido por la televisión en todo el país, tras el cual el comentarista político Andrew Sullivan dijo en la revista New York Magazine que Buttigieg podría ser el mejor candidato demócrata para competir contra Donald Trump.

«Por estilo, generación, conducta e historia, Buttigieg es una manera casi perfecta de hacer un contraste con todo la edad, grandiosidad, temperamento y privilegio de Trump», señaló.

Desde entonces, Buttigieg ha logrado un notable ascenso en las encuestas.

El sábado pasado, el diario Des Moines Register divulgó una consulta entre los votantes demócratas de Iowa en la cual el alcalde aparece liderando cómodamente como el favorito. Ese estado es clave por ser donde se realiza el primer caucus para elegir al candidato presidencial.

Buttigieg aparece con 25% de apoyo, seguido por la senadora Elizabeth Warren (16%), el senador Bernie Sanders (15%) y el exvicepresidente Joe Biden (15%). El margen de error del estudio era de 4,4%.

Conoce: ¿Quiénes son los candidatos demócratas que compiten por enfrentarse a Trump en las elecciones de 2020?

Esos resultados representan un crecimiento notable para Buttigieg, quien en septiembre sumaba 9% en la misma encuesta.

Ahora, además, aparece como el aspirante mejor visto por los potenciales electores: 72% de ellos dicen tener una valoración entre muy favorable y mayormente favorable de él.

Aunque otra encuesta muestra una suerte de empate en el primer lugar entre Buttigieg, Sanders y Biden, la conclusión es clara: Buttigieg, quien hace un año era un desconocido, está ganando apoyo y debe ser tomado en cuenta como uno de los precandidatos favoritos al menos en Iowa.

El joven alcalde también ha demostrado capacidad para conseguir tanto o mayor financiamiento que cualquier otro candidato y rápidamente está expandiendo su equipo de campaña en Iowa y a través de todo Estados Unidos.

Una vez que se acerquen las votaciones, dispondrá de los recursos para llenar las pantallas de televisión con su propaganda.

Un candidato atípico

En Estados Unidos, no es usual que un cargo de alcalde sirva de plataforma para una campaña presidencial.

De hecho, solamente dos exalcaldes en el momento de presentarse -Grover Cleveland y Calvin Coolidge- han llegado a la Casa Blanca. Ningún alcalde en funciones lo ha conseguido.

Buttigieg fue elegido alcalde de South Bend, una ciudad postindustrial de Indiana conocida por ser la sede de la Universidad de Notre Dame, en noviembre de 2011.

Cuatro años más tarde, ganó cómodamente la reelección. En 2017, comenzó a ser conocido nacionalmente por su postulación fallida aunque bien recibida para convertirse en el jefe del Comité Nacional Demócrata.

Con una relativa falta de experiencia política en el plano nacional, el «alcalde Pete» -como lo llaman sus seguidores- se está apoyando fuertemente en los elementos de su trayectoria que le distinguen del resto de aspirantes.

Criado en South Bend, donde sus padres eran profesores de la Universidad de Notre Dame, fue educado en centros de élite. Estudió en Harvard y luego en Oxford. Luego se trasladó a Chicago donde consiguió un empleo en la consultora internacional McKinsey, con un salario con cifras de seis dígitos.

En 2009, fue contratado como agente de inteligencia de la Reserva de la Armada de EE.UU. y en 2014 -cuando ya estaba en funciones como alcalde de South Bend- fue enviado a Afganistán durante siete meses.

Buttigieg es cristiano practicante y miembro de la Iglesia episcopal. Con frecuencia incluye en sus discursos con citas y alusiones bíblicas.

Una mirada a esta trayectoria, llevó al columnista Frank Bruni a bromear en The New York Times diciendo que este alcalde parecía haber sido construido en un laboratorio para ser el candidato demócrata perfecto.

«Siempre parece decir exactamente lo que corresponde en el tono justo», escribió.

Una candidatura histórica

Pero hay una característica que distingue a Buttigieg de todos los demás precandidatos demócratas y también del resto de aspirantes presidenciales en la historia de Estados Unidos.

En 2015, en medio de su campaña de reelección a la alcaldía, anunció que es homosexual a través de una columna publicada en un diario local.

«Poner algo tan personal en las páginas de un periódico no es fácil. Pero es claro para mí que en un momento como este, me podría hacer bien ser más abierto al respecto», escribió en el South Bend Tribune.

«Ser gay no ha tenido ninguna incidencia en mis trabajos en el sector privado, en el Ejército o en mi rol actual como alcalde. No me hace mejor o peor a la hora de manejar una hoja de cálculo, un rifle, una reunión de un comité o de contratar a alguien», agregó.

En las actividades de campaña, Buttigieg no va exhibiendo permanentemente el tema de su sexualidad y rara vez habla sobre la naturaleza inédita de su candidatura, pero sus seguidores lo saben y lo reconocen.

Algunos dicen estar contentos de que no ha sido el asunto central de su campaña, mientras otros lo colocan como uno de sus atributos.

Estudioso e intelectual

Buttigieg tiene reputación de intelectual y estudioso. Se dice que habla siete idiomas y que su libro favorito es Ulysses de James Joyce

Como candidato presidencial, sus propuestas son la mezcla de una ambiciosa reforma gubernamental y de avances legislativos graduales.

Quiere eliminar los colegios electorales y tener presidentes electos de forma directa por el voto popular.

Ha propuesto aumentar el número de magistrados de la Corte Suprema y convertir en estados a Washington D.C. y a Puerto Rico, una decisión que muy probablemente favorecería la representación de los demócratas en el Senado.

Es partidario de un sistema de salud universal, aunque está alineado con los candidatos demócratas más moderados que quieren hacerlo a través de la expansión de los programas sanitarios del gobierno, en lugar de eliminando el actual sistema de seguros privados.

Él dice que la idea de ofrecer educación universitaria gratuita implica un uso regresivo del dinero recaudado a través de los impuestos a la clase trabajadora para favorecer a aquellos que ya están destinados a contar con ingresos más altos.

Durante la campaña ha destacado la importancia de que el Partido Demócrata hable más sobre los valores que impulsan sus políticas.

Según él, los conservadores hablan del valor de la libertad de forma negativa: libertad ante las regulaciones, controles e impuestos del gobierno.

Los demócratas, en cambio, tienen que defender la «libertad para algo» como, por ejemplo, la libertad para tener un seguro médico de calidad, para tener representación sindical o derechos reproductivos, que pueden ser garantizados por el gobierno.

Buttigieg también parece haber hallado una respuesta operativa a la cuestión de «socialismo versus capitalismo» que enfrentan ahora todos los candidatos demócratas, al decir que está a favor de un «capitalismo democrático» que suavice los aspectos ásperos del sistema de mercado y evite que el libre mercado derive en una oligarquía al estilo de Rusia.

«Si realmente queremos mantener la productividad y el valor de la fuerte comunidad empresarial, tenemos que reconocer que el crecimiento por sí solo no es suficiente. El crecimiento tiene que alcanzarnos a todo y eso exige buenas políticas», señala.

Independientemente de si sus rivales demócratas consideran que esto es justo o no, Buttigieg ha encontrado un mensaje que ha logrado atraer la atención nacional y dinero. Eso le permitirá mantener sus opciones para competir en una carrera en la que se enfrenta con muchos y fuertes rivales.

*Con información de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en América del Norte.

Pete Buttigieg, precandidato demócrata a la presidencia, visita Noticias Telemundo | Telemundo


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Quinto debate demócrata, todos unidos contra Trump


Los aspirantes demócratas a la Casa Blanca se unieron en apoyo a la investigación del juicio político contra el presidente republicano Donald Trump en un debate que incluyó diferencias en cuanto a los detalles políticos de sus programas y que ofreció pocos de los amargos ataques que sí marcaron encuentros anteriores.

Reuters / James Oliphant y Simon Lewis

Durante el quinto debate en la carrera demócrata que debe elegir a un candidato que pueda plantar cara a Trump en las elecciones de noviembre de 2020, los 10 contendientes expresaron el miércoles sus diferencias sobre temas de salud y la imposición de impuestos a los ricos, manteniendo sus intercambios en tono educado y arrojando, en cambio, duras críticas contra Trump.

La senadora estadounidense Elizabeth Warren, la progresista que ha impulsado unos planes bastante ambiciosos para gravar la riqueza y crear un plan sanitario administrado por el Gobierno, y Pete Buttigieg, el alcalde de South Bend, Indiana, de 37 años de edad, que ha estado subiendo en las encuestas, sobrevivieron a las críticas de sus rivales.

Buttigieg, que se postula para ser el primer presidente abiertamente gay, se vio presionado por su incapacidad de conectar con los votantes afroamericanos —uno de los principales caladeros del voto demócrata— y trazó un paralelismo con su experiencia como homosexual.

“No tengo la experiencia de ser discriminado por el color de mi piel”, dijo Buttigieg. “Tengo la experiencia de sentirme como un extraño en mi propio país, de poner las noticias y ver mis propios derechos a debate”.

También se defendió de su relativa falta de experiencia, diciendo que no tenía la experiencia tradicional de la clase dominante de Washington, sino “la experiencia adecuada para enfrentarse a Donald Trump”.

La senadora estadounidense Amy Klobuchar, que se preguntó si una mujer con la experiencia de Buttigieg llegaría siquiera hasta esta etapa en la carrera demócrata, dijo que Buttigieg merecía estar allí, pero que había un doble rasero cuando se trataba de mujeres candidatas.

“De lo contrario, podríamos jugar a un juego llamado ‘Elige tu presidenta favorita’”, dijo Klobuchar. Ninguna mujer ha ocupado la presidencia de Estados Unidos.

Y añadió: “Si crees que una mujer no puede vencer a Trump, (la presidenta de la Cámara de Representantes) Nancy Pelosi lo hace todos los días”.

Horas después del cuarto día de las audiencias públicas en el Congreso por la investigación del juicio político a Trump, los candidatos criticaron repetidamente al presidente del Gobierno y dijeron que los esfuerzos de Trump por presionar a Ucrania para que investigara al exvicepresidente Joe Biden, uno de los principales contendientes presidenciales demócratas, eran un ejemplo de la corrupción de la administración.

La Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, dirigida por el Partido Demócrata, está investigando si Trump presionó de forma indebida al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskiy, para que investigara al exvicepresidente Joe Biden, principal candidato demócrata para enfrentarse a Trump en las elecciones de 2020, y a su hijo Hunter, que formaba parte del consejo de administración de la compañía de gas ucraniana Burisma.

Los candidatos dijeron que las acciones de Trump habían forzado a los legisladores a exigirle responsabilidades.

“Tenemos que establecer el principio de que nadie está por encima de la ley, tenemos una responsabilidad constitucional y necesitamos cumplirla”, dijo Warren. La candidata demócrata, una de las primeras partidarias del juicio político a Trump, dijo que trataría de persuadir a los senadores republicanos de que el presidente sea destituido del puesto.

ATAQUES A TRUMP

El debate demócrata llega justo 11 semanas antes de la primera vuelta en Iowa, prevista para el 3 de febrero, mientras los candidatos tratan de convencer a los votantes antes de que se acabe el tiempo.

Los contendientes condenaron la conducta de Trump en materia de política exterior más allá de sus relaciones con Ucrania. La senadora estadounidense Kamala Harris dijo que Trump había sido “engañado” en sus tratos con Corea del Norte e “intercambió una foto a cambio de nada”.

El senador estadounidense Bernie Sanders, por su parte, criticó a Trump por gestionar la política exterior “con un tuit a las 3 de la mañana”.

Los sondeos de las primarias demócratas muestran que de momento se sitúan en cabeza el moderado Biden y los líderes progresistas Warren y Sanders.


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Deval Patrick irrumpe en la campaña electoral demócrata


Fue el primer gobernador negro de Massachusetts hombre de confianza de Obama y ahora se presenta como una amenaza para los precandidatos más moderados

El Político

Las elecciones para escoger el candidato presidencia de los demócratas han sido una carrera de sorpresas. Mientras varios precandidatos demócratas abandonan la campaña presidencial, otros entran a la carrera a menos de tres meses de los caucus de Iowa, que inician el proceso de primarias en Estados Unidos.

El exgobernador de Massachusetts Deval Patrick anunció que se suma a la competición. Dice que “admira” y “respeta” a los otros 17 miembros de su partido que aspiran a la Casa Blanca, pero que “ninguno de ellos aprovecha el momento para unir a la nación y traer algo de humildad”.

Desde su postura más centrista, rechaza la idea de instaurar la cobertura sanitaria universal y planteó “suavizar” el sistema fiscal en lugar de instaurar un impuesto sobre el patrimonio, dos temas muy álgidos en Estados Unidos unido a ir contra la tendencia izquierdosa que muestras otros candidatos en su afán de desligarse de Trump.

“No se puede saber si se puede avanzar si no se sale y se intenta”

Patrick enfoca su mirada en las personas que “se sienten excluidas” y quieren un futuro “no construido por alguien mejor que tú, no construido para ti, sino construido contigo”.

El tardío ingreso de Patrick en la campaña conlleva desventajas: ningún dólar recaudado, no tiene un equipo de organización y, además al no haber participado en los debates anteriores, tampoco cumple con los requisitos para figurar en los venideros. Siempre tuve que mirar hacia arriba

El sueño americano

Uno de los atributos de Patrick es que encarna el sueño americano. Uno de los afroamericanos con más peso en el Partido Demócrata, nació en una familia humilde del sur de Chicago. “Mi abuela solía decirnos que no éramos pobres, sino que solo estábamos en bancarrota, porque según ella era temporal”, contó Patrick en una entrevista en 2011.

“Aprendí a mirar hacia arriba, no hacia abajo, a esperar lo mejor y trabajar por ello”. Salió de ahí para convertirse en el primer miembro de su familia en asistir a la universidad, Harvard, donde estudió leyes. Se estrenó en el mundo laboral en la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) y más tarde se desempeñó como director de la Oficina de Derechos Civiles del presidente Bill Clinton. Desde ese cargo construyó las leyes de discriminación positiva. Después se trasladó al sector privado donde trabajó para Texaco y luego Coca-Cola.

En el programa matinal de la televisión CBS rechazó este jueves el sistema de salud “Medicare para todos”, una propuesta que abrazan los precandidatos progresistas Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Al igual que Warren, se mostró a favor de eliminar o reducir gran parte de la deuda estudiantil, pero aclaró que había “otras estrategias de las que se han escuchado” para hacerlo.

“No creo que la riqueza sea el problema. Creo que es la codicia”, dijo Patrick, y planteó que “los impuestos deberían aumentar para los más prósperos y los más afortunados”, pero “no como una multa”.

A los electores les gusta una buena historia y, el ahora candidato, es reconocido por narrar las proezas con la elocuencia de los grandes líderes. Tanto así que cuando Barack Obama era senador en 2008 se le acusó de haber copiado un discurso de Patrick de 2006. “Si su candidatura sólo implica palabras, deberían por lo menos ser propias”, acusó Hillary Clinton a su entonces rival en las primarias.

Dejando de lado la anécdota, Obama y el que fue el primer gobernador negro de Massachusetts (de 2007 a 2015) mantienen una amistad que se tradujo en que el nuevo aspirante a la presidencia llamó el miércoles por la noche al exmandatario para contarle su decisión política y este le ofreció su consejo, según contó Patrick al The Boston Globe.

A pesar de que las ideas del nuevo precandidato han sido interpretadas como centristas, algo que podría afectar al exvicepresidente y candidato Joe Biden, ahora Massachusetts deberá escoger entre el dos veces gobernador del Estado, Patrick, o su actual senadora, Warren. Además de los 16 otros candidatos demócratas y, por supuesto, el republicano Donald Trump.

Todavía queda opción del magnate y ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, pero en este dúo Patrick tiene menos dinero y mas carisma.


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